miércoles, 27 de febrero de 2013

La suerte es una ramera de primera calidad

Hay gente a la que todo le va bien, gente que no tiene muchos problemas en la vida y piensa que ha conseguido esa sensación que todos deseamos y anhelamos, eso a lo que llamamos felicidad. Esa gente es aparentemente feliz.

Y yo digo, vaya concepto de felicidad más superfluo que alguno tiene en mente, los problemas van y vienen con el tiempo, es sólo cuestión de suerte. Dicha suerte es un factor que nosotros no podemos controlar, es totalmente impredecible y ésta nos puede jugar muy malas pasadas. Por eso tenemos que estar preparados para afrontar las contrariedades que la vida nos depare siempre con una sonrisa en la cara. No podemos depender de lo que ocurra a nuestro alrededor, hay que ser fuertes y aguantar el tipo en cualesquiera que sean las circunstancias, porque muchas veces la suerte no estará de nuestra parte.

En estas ocasiones tendremos que esperar con paciencia, porque no hay mal que por bien no venga. Nos daremos cuenta de que sucesos aparentemente malos, nos permitirán hacernos cargo de muchos errores que cometemos. Gracias a estos sucesos podremos mejorar mucho como personas. Además es necesario saber que en esta vida todo lo que no mata, te hace más fuerte.

Pero sobre todo es importante saber que aquel que tiene un por qué para vivir, puede soportar cualquier cómo y llegar a esa verdadera felicidad sin depender de la dichosa suerte.

Rafael I.

domingo, 10 de febrero de 2013

Carpe diem


¿De qué sirve lamentarse por los errores del pasado o preocuparse por los problemas que puedan surgir en un futuro? Lo importante es el presente, es absurdo perder el tiempo con cosas que ya no puedes cambiar o cosas que incluso puede que nunca lleguen a suceder. Vive tus días como si cada uno de ellos fuera el último "hoy" y aprovecha al máximo el mejor regalo que has podido recibir: la vida.


Cuida con todas tus fuerzas lo que más quieres en esta vida: a tu familia, por lo que te ha dado y por todo lo que ha hecho por ti. A todos esos amigos que tanto te ayudan y tanta fuerza te dan para continuar y logran que nunca te rindas. A tus compañeros y a la gente que tratas a diario. Puede que algún día falten y les eches de menos, quiérelos todos los días como si fuera el último en el que os vayáis a ver. Y recuerda que jamás debes cambiar algo de lo que más quieres en la vida por lo que deseas en el momento, porque los momentos pasan y la vida sigue.

Hay sólo dos días en los que ya no se puede hacer nada, uno se llama "ayer" y el otro"mañana", por lo tanto hoy es el día ideal para vivir. Para ser grande no hace falta ser extraordinario, sino hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien. A la grandeza se llega cuidando los pequeños detalles. Aprovecha el tiempo que se te ha dado y disfruta de la vida.

Rafael I.

jueves, 7 de febrero de 2013

Hacerse como niños

Porque a nadie le viene mal recordar aquellos años de su vida en los que no  importaba la opinión de los demás, en los que todos estábamos siempre con una sonrisa en la cara, no teníamos las hormonas saliéndonos por las orejas y nuestra máxima preocupación era intentar salvar nuestra vida yendo de baldosa en baldosa evitando el contacto con las líneas que estas formaban mientas paseábamos por la calle.

Cuando éramos niños, me acuerdo que hacíamos grupos de tres en el descanso para ir a atacar y tirar del pelo a las niñas, ahora hay gente que no puede vivir sin ellas, que son su única fuente de felicidad. Y creo que están buscando la felicidad en el sitio equivocado. Lo mismo pasa con el alcohol, la droga, el sexo... Habrá que tomar ejemplo de los niños, pues la permanente sonrisa que llevan es síntoma de que ellos sí han encontrado bien la felicidad.

Porque cada vez que toca cuidar a las pequeñas de la casa, les pongo la televisión y puedo prometer que disfruto yo más de Mulán o Peter Pan que ellas, pues me hacen recordar esos tiempos tan bonitos de la niñez. Y esto no sólo me alegra la tarde, también me enseña muchas cosas. Pienso que no deberíamos dejar nunca de ser niños, o por lo menos de actuar como ellos, pues aunque nos salga barba y nos cambie la voz tendríamos que seguir pareciéndonos mucho a ellos. No estoy diciendo que los viernes en vez de salir de fiesta quedemos en una casa para jugar al corro de la patata, pero sí cosas como por ejemplo: ser de verdad, ser nosotros mismos y no lo que quieren los demás que seamos.

Rafael I.